Muy a pesar de que es considerado como una forma conveniente para reducir costes y maximizar el valor del servicio, la subcontratación tiene grandes inconvenientes cuando se trata de propiedad intelectual o de la seguridad de los datos personales. Este es el caso de la última brecha en la red de Stratfor, una consultora con sede en Texas que ofrece servicios relacionados con asuntos exteriores y de seguridad al gobierno de los EE.UU. Junto con otros datos fundamentales, los hackers lograron hacerse con copias de la lista de clientes de la compañía e información de las tarjetas de crédito y las identidades de 221 militares británicos y 242 empleados de la OTAN.
Este es el tercer incidente grave que afecta a contratistas militares en menos de un año, después del ataque contra HBGary Federal, y Mitsubishi Heavy Industries, lo que sin duda es una advertencia sobre el estado de la seguridad en las instalaciones críticas y en las instituciones. Este tipo de ataque no sólo expone datos de carácter militar y secretos a la vista de personas desconocidas, sino que contribuye al debilitamiento de la confianza de los ciudadanos en las instituciones que se supone deben protegerlos.
Los costos de un ataque como éste son difíciles de estimar, ya que en el caso del ejército no basta con calcular unas pérdidas comerciales (como podría ocurrir con una empresa privada). Al mismo tiempo, el personal civil y militar cuyos datos se han expuesto corre el riesgo de ser víctima de robo de identidad, acoso, fraude de banca electrónica o un ataque de phishing contra ellos para lograr un mejor acceso a sus organizaciones.