Procrastinación: por qué mañana no es el mejor día para hacer las cosas

Procrastinación: por qué mañana no es el mejor día para hacer las cosas

Procrastinación: por qué mañana no es el mejor día para hacer las cosas - procrastinar

“No hay prisa; lo puedo hacer después”, “No he tenido tiempo” y “Tengo que pensarlo con calma” son sólo unas de las muchas frases que sirven de excusa para aplazar pendientes, responsabilidades y hasta proyectos enteros. Aunque es una práctica común que podría pasar como poco preocupante, la desidia es uno de los frenos más importantes para todos los profesionales y sectores productivos.

La constante en el fenómeno de la procrastinación es que se convierte en una especie de autosabotaje que distancia a las personas y las empresas del crecimiento. “Cuando hablamos de los ecosistemas de emprendedores, de negocios o hasta corporativos, una de las fallas más grandes está en lo que no se hace. La falta de acción es un problema grave, en términos personales y económicos”, opina Eduardo Molina, director general de WeWork México, la plataforma global para creadores. “El mundo laboral de hoy necesita de personas con iniciativa que busquen enfrentarse a sí mismos y a todas las excusas que hay para dejar todo para mañana”.

El costo de procrastinar va más allá de embudos de trabajo, según un reporte del año pasado de la agencia Coleman Parkes Research. La poca productividad —resultado de procrastinar— representa una pérdida de 815.5 millones de pesos anuales. Por otro lado, significa para muchos profesionales, sin importar su edad o actividades, perder oportunidades de crecimiento y llegar tarde al mercado con nuevas ideas.

Si bien es algo que varios psicólogos asocian con los estudiantes que están crónicamente buscando fuentes de distracción en la tecnología o evitar tareas difíciles, la ciencia revela que esto es algo que sucede con todas las personas y, de acuerdo con datos de la American Psychology Association, hasta 20% de los adultos son procrastinadores.

Las grandes empresas no quedan exentas y también son susceptibles a las consecuencias que tiene “hacer las cosas después”. Existen diversas compañías que retrasan el desarrollo de iniciativas que pueden ser trascendentales para su negocios. Un ejemplo es la seguridad de información, que suele ser un tema secundario, a pesar de que el costo por el robo de datos asciende globalmente a un promedio de 4 millones de dólares, según revela el Cost of a Data Breach Study de 2016, realizado por IBM y el Ponemon Institute.

El mecanismo de nuestro cerebro para dispersarse no sólo es un problema de manejo de tiempo y de pereza, se relaciona en gran medida con situaciones emocionales y psicológicas, como el miedo al fracaso, asegura Hara Estroff Marano, editora de Psychology Today. Es por ello que, además de hacerse conscientes de los malos hábitos que los frenan, las personas necesitan de espacios que promuevan la productividad y el bienestar a través de nuevas formas de trabajar, así como entornos que los mantengan motivados para realizar el trabajo de su vida y hacer lo que aman.