Latinoamérica es una región de talento emprendedor. Nuestra gente lleva el gen de la innovación y convierte, a menudo, desafíos complejos en oportunidades de transformación y crecimiento. Sumada a las tecnologías emergentes, esta actitud de “si se puede” y esta mentalidad innovadora tienen el potencial de convertir la región en una fuerza motriz, fortalecer industrias, generar valiosos puestos de trabajo y mejorar muchas vidas.
El momento de actuar es ahora. Numerosas tecnologías emergentes se afianzan. La tecnología se presenta como el mayor agente de cambio del mundo moderno. La inteligencia artificial, el aprendizaje de máquinas, los sistemas conversacionales y el internet de las cosas son realidades del mundo desarrollado y se extienden rápidamente a Latinoamérica y otras economías emergentes.
El Índice de Evolución Digital 2017, de Harvard Business Review, refleja esta realidad: analiza el estado y el ritmo de la evolución digital en 60 naciones. México, Colombia, Brasil y Bolivia se consideran países “break-out”, con un rápido avance hacia una innovación generalizada impulsada por lo digital. Chile se aproxima al escalón más alto, “stand-out”, con elevados puntajes tanto en digitalización como en innovación.
Las nuevas tecnologías se introducen en nuestros hogares, empresas y gobiernos y cambian la forma en que interactuamos y trabajamos. Se presentan oportunidades para crecer como región y desarrollar comunidades más fuertes. Pueden ayudar a las personas y a las organizaciones a ser más eficientes y a crear resultados más eficaces que se traduzcan en mayores niveles de productividad y crecimiento económico. Sin embargo, es crucial primero proporcionar la capacitación adecuada para que las personas puedan optimizarlas y desempeñarse al máximo de su potencial.
La educación es el único camino para construir un futuro en el cual la palabra ‘inteligente’ no se aplique solo a las máquinas, sino que continúe describiendo a la humanidad. Es lo que nos permite enriquecer las mentes de las personas en cualquier etapa de la vida y equiparlas con las habilidades necesarias para que trabajen junto a tecnologías de automatización, robótica o inteligencia artificial. Primero debemos enseñar a las mentes y luego a las máquinas.
¿Qué significa esto para Latinoamérica, una región que está madura para la innovación, pero que presenta una profunda brecha de educación?
Desarrollo de talento en todas las etapas de la vida
Un estudio reciente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) reveló que, a pesar de la inversión promedio del 5% del PIB en educación en Latinoamérica (similar a la de regiones comparables) solo el 30% de los niños en tercero y cuarto grado cumplen el estándar mínimo para habilidades críticas requeridas en la era digital, como dominio de la matemática.
Se necesita intervenir en cada uno de los niveles de la educación, primario, secundario y universitario, que actualmente atiende a menos del 10% de la población. En todos los casos, es preciso extender la escala de los programas educativos y equipar a los estudiantes con habilidades y herramientas que permitan asegurar que nadie se quede atrás. Prepararse para los puestos de trabajo altamente calificados del futuro cercano implica enseñar habilidades tanto duras como blandas.
En tanto los gobiernos y las empresas privadas colaboran con el objetivo de cerrar la brecha educativa y empoderar a la fuerza laboral de la próxima generación, un área de atención crítica es la recapacitación y el desarrollo de nuevas habilidades para un lugar de trabajo en continua evolución, impulsado por lo digital.
Una fuerza laboral flexible y adaptable
Para triunfar en las economías tecnológicamente avanzadas de hoy se requieren habilidades fuertes y adaptables. También se considera que, a la fecha, más de la mitad de las ocupaciones conocidas podrían ser parcialmente automatizadas a través de la tecnología. Esto tiene importantes implicancias para la fuerza laboral. Entre otras, la necesidad de adoptar una actitud de aprendizaje constante a lo largo de la vida y un reentrenamiento permanente en habilidades para mantenerse flexible, actualizado y productivo. Reinventarse a uno mismo es condición indispensable cuando la carrera o la función que uno ha estudiado o para la cual se ha especializado deja de existir.
Si se introducen las políticas y los programas correctos en Latinoamérica, podemos asegurar la innovación eficaz y contrarrestar el desplazamiento de puestos de trabajo, una preocupación para muchos que estudian el impacto de las nuevas tecnologías en la fuerza laboral. En economías en desarrollo como Latinoamérica, el equilibrio entre los puestos de trabajo perdidos y los ganados por cambios transformacionales y tecnologías de automatización parece ser favorable. El estudio Jobs Lost, Jobs Gained (Trabajos Perdidos, Trabajos Ganados) del McKinsey Global Institute predice este resultado en el corto a mediano plazo en economías emergentes, debido a la aceleración del crecimiento en la clase media.
Si bien estos cambios en la fuerza laboral son graduales (McKinsey estima que hacia 2030 entre el 3% y el 14% de la fuerza laboral global necesitará cambiar de categorías ocupacionales, según el ritmo con que se adopte la automatización), el crecimiento de la tecnología siempre es exponencial. Si esperamos demasiado, no tendremos tiempo de ponernos al día. La tendencia de la región a adaptarse al cambio es crítica y ofrece una oportunidad singular para promover el crecimiento transformacional y la productividad mediante la adopción de nueva tecnología.
Innovación que cambia nuestro mundo
Con frecuencia se dice que la innovación tecnológica de una región se refleja en su nivel de emprendimiento. La naturaleza emprendedora de Latinoamérica está bien representada por una cantidad de unicornios y startups digitales exitosas que han adquirido relevancia mundial.
Estos decididos emprendedores e innovadores tienen grandes oportunidades de crear y sostener impacto social para la región a través de la tecnología. Al liderar con un propósito, ayudan a abordar muchos de los problemas sociales más urgentes y contribuir a moldear el futuro en el que aspiramos a vivir.
Sin embargo, la adopción de una mentalidad social en esta nueva era digital no es solo para los emprendedores. Requiere liderazgo y participación, enseñanza y aprendizaje en todos los niveles de la sociedad.
Conforme las nuevas tecnologías crecen, se tornan más “inteligentes” y se hacen cargo de las tareas más repetitivas e intensivas en mano de obra; por lo cual tendremos más tiempo de enfocarnos en ser más innovadores y conscientes del impacto y la contribución que hacemos en nuestras familias, comunidades, pueblos, ciudades, países y la región. El futuro de Latinoamérica está en permitir a nuestra fuerza laboral confiar en la tecnología y al mismo tiempo aplicar mayores habilidades cognitivas para impulsar el crecimiento sustentable y poner en marcha un progreso social exponencial y sin precedentes.
Por Claudio Muruzabal, Presidente de SAP Latinoamérica y el Caribe